RECICLAR LA CIUDAD
© Marlo Trejos 2010
Qué impacto podría generar el cambio de sede de la Asamblea Legislativa hacia Zapote, como se ha pretendido, es una interrogante válida en el inicio de una discusión sobre el futuro de nuestra capital. Para empezar, la localización del recinto legislativo debe ser pensada en el marco de un proyecto urbano integral cuyo propósito último sea hacer de San José una ciudad eficiente, atractiva para la inversión, que aproveche la infraestructura existente y promueva valores cívicos y de compromiso medioambiental.
Ubicar la Asamblea Legislativa en Zapote supone incentivar un modelo de ciudad dispersa, una forma descontrolada de crecimiento urbano que destruye el entorno con la voracidad de su consumo de suelo y con la contaminación producida por la multiplicación de desplazamientos vehiculares. Esta dispersión urbana genera un aumento insostenible en los costos de infraestructura y transportes que restan competitividad a la ciudad. El Gobierno, como administrador competente, debería hacer uso de la infraestructura existente en el centro de San José, educando con el ejemplo.
Ante una urbanización despilfarradora de suelo y recursos, que produce una ciudad dispersa y costosa en su operación y mantenimiento, la alternativa es densificar y aprovechar las ventajas de la ciudad consolidada. Es necesario aprovechar mejor las inversiones ya realizadas. Esto es consecuente con el Modelo de Ciudad Densa y Compacta, el más sostenible de los modelos urbanos.
Seamos claros: San José pierde competitividad en gran parte por la falta de decisión política o por decisiones erradas, como es el caso del posible traslado de la Asamblea, que de darse aumentaría el vaciamiento del centro.
Si vemos el problema desde el punto de vista económico, ya a partir de 2004 la revista América Economía sitúa a San José por debajo de la vecina Ciudad de Panamá en el escalafón de ciudades latinoamericanas con mejor clima para hacer negocios. Este es un dato relevante puesto que el sector servicios, motor de la economía contemporánea, a la hora de seleccionar su base de operaciones, privilegia los centros urbanos con buena infraestructura y comunicaciones. En el caso de Costa Rica, la mayor parte de estas actividades económicas están ya localizadas en la capital, por lo que seguir promoviendo un modelo urbano disperso y desordenado
tiene también un impacto negativo en su desempeño. A todas luces es cada vez más evidente que para tener una economía nacional competitiva necesitamos una capital eficiente y dinámica.
Hoy en día la competitividad de una ciudad ya no se mide en función de sus activos asociados al proceso productivo (cantidad de habitantes, acceso a materias primas y mercados, proximidad a centros de decisión, etcétera) sino que la competitividad está determinada por factores que antaño pudieran haber sido poco relevantes pero que hoy adquieren una fuerza decisiva en la estrategia empresarial. Me refiero a la formación de su población, a la accesibilidad telemática a los sistemas de información y a su calidad de vida.
Así, la nueva economía se distingue por su extraordinaria movilidad, de manera que muchas de sus actividades se han desplazado de las grandes ciudades hacia aquellos centros urbanos con una mejor calidad de vida por su clima, sistema sanitario, seguridad, oferta cultural, educativa, deportiva y lúdica. Es por esta razón que San José posee una ventaja competitiva a nivel regional. Sin embargo, no podemos conformarnos con esto. Para prosperar económicamente tenemos que ser ambiciosos y mirar más allá del istmo centroamericano. Si buscamos modelos urbanos de referencia, tenemos que mirar menos a Miami y más a Singapur.
En Studio 506 creemos que la ciudad heredada merece un proyecto contemporáneo. Por eso proponemos ‘Reciclar la ciudad’; reutilizar aquellos espacios urbanizados y dotados de infraestructura que hoy en día se encuentran infrautilizados o abiertamente abandonados, para conferirles un nuevo ciclo de vida.
En sustitución de la segregación horizontal típica de San José, postulamos modelos de superposición vertical de usos complementarios que propician una densidad poblacional moderada y aseguran la viabilidad de comercios y transporte colectivo. A nuestro modo de ver, la densidad es una virtud ecológica, al liberar territorio y reducir la factura energética, y también una virtud social, porque facilita la confluencia de talentos que es la base de la innovación.
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